Por Enzo Poultreniez, AIDES | Traducción por Jean Pasteur, AIDES
El Día de Acción Global de la campaña “Apoye. No castigue” (“Support. Don’t Punish”), el 26 de junio de 2019, tendrá lugar 3 meses antes de un evento de mayor importancia para la lucha contra el VIH/Sida, la tuberculosis y la malaria, y para las personas usuarias de drogas. Un evento que permitirá saber si las personas con liderazgo político están comprometidas con el fin del VIH en el mundo, sin dejar atrás a las personas usuarias.
10 de octubre de 2019: Conferencia de reposición de recursos del Fondo mundial en Lyon (Francia)
La Conferencia de reposición de recursos del Fondo mundial, que tendrá lugar en Lyon los días 9 y 10 de octubre bajo la acogida del presidente francés Emmanuel Macron, reunirá a las jefaturas de Estado y gobierno de los países más ricos para decidir el monto dedicado a la lucha contra las pandemias en los tres próximos años. Es la primera vez que dicha conferencia tiene lugar en Francia desde que se creó el Fondo mundial, al principio de los años 2000.
Hoy en día, el Fondo mundial representa 43% del total de los fondos dedicados a los programas de reducción de riesgos en los países de ingresos bajos y medias (dos tercios de los fondos internacionales). Sin este, sería imposible pretender a un acceso suficiente a los programas de intercambio de jeringuillas, al material estéril, a los tratamientos con agonistas opiáceos, o a cualquier disminución del impacto de las epidemias sobre la vida de las personas usuarias de drogas.
Los éxitos del Fondo mundial frente a la epidemia de VIH para las personas consumidoras de drogas
Las personas que usan drogas inyectables están particularmente expuestas al VIH (22 veces más que la población general), así como a las hepatitis virales. En Rusia, por ejemplo, donde la guerra contra las drogas está haciendo estragos, 1 de cada 4 personas usuarias de drogas inyectables vive con VIH. En Europa del Este, 39% de las personas seropositivas son usuarias de drogas inyectables. A la luz de estos datos, luchar contra la epidemia implica luchar contra las vulnerabilidades a las que esta población se enfrenta. El Fondo mundial lo entendió claramente financiando el acceso a dispositivos de reducción de riesgos, no sin dificultad frente a ciertos gobiernos que prefieren sacrificar a una población juzgada indeseable.
Gracias a estos esfuerzos, tanto en Nepal como en Sudáfrica, por ejemplo, se han desarrollado programas de intercambio de jeringuillas para facilitar el acceso a material higiénico y así prevenir la transmisión de virus a través del uso compartido de materiales. Cabe recordar que la puesta en marcha de este tipo de dispositivo en Francia, desde 1987, ha tenido un impacto significativo sobre la disminución de las nuevas transmisiones de VIH en esta población: si bien a mediados de los 1980 representaban une parte muy considerable de las nuevas transmisiones, hoy en día representan menos de 2%. El Fondo mundial permite igualmente el financiamiento de tratamientos con agonistas opiáceos, así como también de pruebas de detección y, si fuese necesario, tratamiento antirretroviral.
Todavía queda un largo camino, y nos preocupa
Aunque las transmisiones de VIH están subiendo entre las personas que consumen drogas (+33% en cinco años – ya representan 8% de las transmisiones a nivel mundial en 2018), las necesidades en material estéril y programas específicos están cubiertas solo en un 7%, y los fondos se encuentran permanentemente bajo asedio.
Por eso, es urgente intensificar globalmente los esfuerzos de prevención hacia esta población en situaciones de gran vulnerabilidad. Para hacerlo, sin embargo, se necesitan más recursos y más financiamiento. En el caso contrario, una disminución resultaría catastrófica para las personas usuarias: al ser una de las poblaciones más expuestas y menos apoyadas, serían las primeras en sufrir recortes presupuestarios.
Todo se decidirá el 10 de octubre. El Fondo mundial dispone actualmente de 4 billones de dólares por año para implementar programas (para las 3 pandemias, y todas poblaciones juntas). El GFAN (Global Fund Advocates Network) considera que se necesitarían entre 5 y 6 billones por año para aspirar a ponerle fin al Sida. El esfuerzo es importante, pero no imposible: representa tan sólo una pequeña fracción de la riqueza mundial.
¡Mobilicémonos hasta el 10 de octubre!
Nosotrxs, sociedad civil comprometida por una política de drogas basada en la evidencia y en las necesidades reales de las personas afectadas, no podemos dejar pasar la oportunidad de hacer escuchar nuestra voz. Esta conferencia no puede ocultar los desafíos propios a las personas usuarias de drogas. Es decir: un acceso suficiente a los programas de reducción de riesgos, a los tratamientos de agonistas opiáceos y a las herramientas de prevención en salud sexual; pero también la decriminalización de las personas usuarias de drogas, para favorecer el apego a tratamientos y prevenir la precarización de las personas, factor de importancia en la epidemia.
Nosotrxs, sociedad civil comprometida, tenemos entonces una responsabilidad en llamar a las personas en situación de liderazgo político. Los países ricos deben aumentar sus contribuciones al Fondo mundial. Los países beneficiarios deben deshacerse de las barreras a la implementación de las herramientas de reducción de riesgos y aumentar, en tanto como se pueda, sus recursos nacionales. ¡Toda la comunidad internacional debe poner un fin a la llamada guerra contra la droga!
Para las personas consumidoras de drogas también: ¡Get Back on Track!